Aunque la leche ofrece un valor nutricional muy alto, y es un alimento cuyos beneficios para el organismo son irrefutables y comprobados en la cotidianidad de billones de personas alrededor del mundo, en las últimas décadas han surgido teorías sobre su supuesto perjuicios al organismo por su consumo en edades adultas, los cuales en realidad están asociados a condiciones de salud particulares, o al consumo sin control de alimentos con altos niveles de grasa, azúcar y demás, en el que los lácteos simplemente entran de forma ocasional.
Lo cierto es que si existe una condición común que puede ser asociada al consumo de leche: la intolerancia a la lactosa. La leche, al igual que otros miles de alimentos, contiene su propio tipo de azúcar, llamada lactosa, que es disacárido compuesto por galactosa y glucosa.
La lactosa se divide en el intestino delgado, gracias a la lactasa, que es enzima producida en el borde de las vellosidades del intestino. La intolerancia a la lactosa se presenta cuando los bordes de estas vellosidades se vuelven cuadrados y la lactasa no se produce de manera eficiente, por lo que la lactosa sigue su curso sin dividirse, causando dolor abdominal, gases, diarrea y otras dolencias. Hay personas que nacen con esta condición, y otros que la desarrollan con el tiempo, aunque no hay un promedio de edad establecido.
La buena noticia es que existen muchos alimentos lácteos que ya solucionan este problema, y se pueden consumir sin preocupaciones. El más conocido actualmente es la leche deslactosada, que viene con lactasa, por lo que esta divide la glucosa y la galactosa desde su empaque, y estas sustancias pueden ser absorbidas por el intestino sin mayores contratiempos.
Otros productos, como el yogur y el kumis cuentan con bacterias beneficiosas que dividen la lactosa y también sirven como una alternativa alimenticia con todas las bondades nutricionales de la leche, pero sin afectar a quienes presentan intolerancia a la lactosa.
Con los quesos y semimadurados y madurados también pasa igual, por lo que quesos tipo Brie, Manchego, Holandés, Parmesano y Cheddar, por ejemplo, son una buena opción para las personas que presentan intolerancia a la lactosa.
Por otro lado, los quesos frescos, que son muy populares en Colombia, como el queso campesino y la cuajada, si presentan inconvenientes para las personas con intolerancia a la lactosa, ya que tienen un grado de maduración mucho menor, en donde las bacterias benéficas no alcanzan a dividir la lactosa.
Para los que son fanáticos de estas variedades de queso, o de la leche entera, pero presentan intolerancia, pueden pensar en suplementos de lactasa, que suelen venderse en cápsulas, pero sería conveniente antes consultar a un médico o un nutricionista.
Finalmente, no existe ninguna condición médica o enfermedad crónica que impida a grandes grupos poblacionales desterrar totalmente a la leche y sus beneficios de sus vidas, pero sí existen algunos casos participarles de personas con condiciones de salud muy específicas que se ven forzadas a renunciar totalmente a los lácteos. Por ejemplo, situaciones aisladas, como a las personas a las que les extraen la vesícula biliar.