La leche materna es el primer alimento que deben consumir todos los seres humanos, y la Organización Mundial de la Salud (OMS), recomienda, de ser posible, extender la lactancia de un bebé hasta los 24 meses de vida. Si bien, el aporte nutricional de la leche materna humana es superior al de la leche de vaca que consumimos de forma cotidiana, esta última sigue siendo un alimento con aportes extraordinarios para el correcto funcionamiento de nuestro organismo y se puede entender el porqué de la importancia de la misma en la alimentación de las personas, sin importar factores como su edad, peso, estilo de vida y, salvo algunas excepciones, estado de salud.
La leche de vaca puede consumirse desde el primer año, y, de hecho, su aporte en vitaminas, proteínas y energía es necesario para estimular el desarrollo del cerebro, los huesos, los músculos, la elasticidad e incluso puede ayudar a controlar la presión arterial.
Según las Guías Alimentarias Basadas en Alimentos para la población colombiana mayor de 2 años, desarrollada en conjunto entre el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la leche, y otros productos lácteos, como el Yogurt, Kumis y la mayoría de quesos deben consumirse en promedio de 2 porciones diarias para niños y niñas de 2 a 5 años, 2,5 porciones diarias en niños y niñas de 5 a 9 años y 3,5 porciones diarias en niños y niñas de 10 a 13 años.
Desde los 14 años las porciones comienzan a ser diferenciales entre hombres y mujeres, aumentando a 5 porciones diarias recomendadas para hombres de 14 a 60 años, y de nuevo volviendo a las 3,5 porciones diarias después de los 60 años.
En las mujeres, las porciones recomendadas se mantienen estables en las 3,5 porciones diarias desde los 14 años en adelante. Además, desde los 30 años las mujeres comienzan a perder reservas de calcio, por lo que aumenta la importancia de consumir leche y sus derivados.
Durante el embarazo, es clave seguir una dieta rigurosa de al menos tres porciones de leche o lácteos diarios, porque los aportes nutricionales también pasarán al bebé en gestación.
Por otro lado, las personas de la tercera edad también deben mantener una dieta rigurosa en la que no se descuide la leche y los lácteos, porque están en un periodo de vida en el que hay mayor pérdida de calcio y proteínas en huesos y músculos, por lo que leche contribuye a que no se presente degradación de los mismos, e incluso, por su alto valor en minerales, puede ayudar a prevenir condiciones degenerativas en el cerebro y el sistema nervioso.